La estructura de la piel

La estructura de la Piel

Se dice que la piel es el espejo del alma, de forma que la belleza de la piel tiene una relación directa con el bienestar y la salud del ser humano. La piel es nuestro órgano más extenso y asciende al 16% del peso corporal. Se puede considerar a la piel como una barrera entre el cuerpo y el entorno.

Las tres capas de la piel

La piel está compuesta de tres capas, cada una de las cuales tiene su propia función. Estas capas son la Epidermis o capa exterior, la Dermis y la capa Subcutánea o dermis inferior.

La capa Subcutánea: esta capa realiza las funciones de alimentación, desasimilación e intercambio calórico. Es la «Zona Metabólica» donde se encuentran las glándulas sudoríparas, el tejido graso, los bulbos pilosos (sede de una intensa proliferación) y una musculatura fina, que cuando se contrae produce la llamada «piel de gallina». Las glándulas sudoríparas no sólo excretan productos de la desasimilación mediante la transpiración, sino que además controlan la temperatura por la evaporación en la superficie de la piel.

La Dermis: es una capa de tejido conectivo, que contiene innumerables vasos sanguíneos finísimos, los capilares, que permiten la respiración cutánea así como la alimentación de las capas más externas. La Dermis es la capa que absorbe las sustancias que se aplican sobre la piel. Aquí se encuentran las glándulas sebáceas, en la base de cada folículo piloso, secretando la materia oleosa llamada sebo que mantiene la piel lubricada. Para que la piel esté en un buen equilibrio, es esencial el funcionamiento normal de las glándulas sebáceas. La acción conjunta de ambas suministra el «manto ácido», una película natural que protege a la piel contra los ataques exteriores. La sobre-actividad de las glándulas sebáceas, como ocurre en la adolescencia, puede conducir a la formación de puntos negros y espinillas.

La Epidermis: es la capa externa transparente que cubre todo el exterior de nuestro cuerpo. Aquí encontramos numerosas terminaciones nerviosas, que hacen de la piel un extenso órgano sensorial, con el que detectamos el calor, el frío, la luz, el gusto y el tacto. A través de estas terminaciones nerviosas podemos experimentar placer y dolor, y podemos observar los cambios emocionales desde la palidez hasta el rubor.

Su función de cubierta protectora y delimitadora de la forma está expuesta continuamente a la agresión externa, de la cual se resguarda gracias a su eterna renovación de dentro hacia afuera. Esto implica una enorme descamación de células muertas, que en el curso de una vida está cerca de los 20 Kg. Esta función de estructuración es propia del polo Neuro-sensorial. No está de más recordar que esta acción se encuentra muy vinculada con la Sílice y que los productos que contengan plantas ricas en ella, actuarán sobre dicho polo.

fuente: weleda

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